La osteoporosis se define como una enfermedad generalizada del sistema esquelético caracterizada por la pérdida de masa ósea y por el deterioro de la microarquitectura del hueso, que compromete la resistencia ósea y que conlleva a mayor fragilidad ósea y mayor susceptibilidad a las fracturas.
Osteoporosis y cáncer
La osteoporosis puede ser producida por el propio tumor o ser provocada por el tratamiento antitumoral.
Influencia por el tumor
Los tumores pueden producir osteoporosis por la inmovilidad y la malnutrición que con frecuencia presentan los pacientes que los padecen, o por mecanismos tumorales específicos como sucede en algunas neoplasias, fundamentalmente las hematológicas (mieloma, leucemia, mastocitos sistémica).
Influencia del tratamiento antitumoral
Algunas intervenciones quirúrgicas pueden tener una repercusión sobre el hueso, ya sea comprometer la absorción de calcio, (cirugía del tubo digestivo), como por déficit hormonal sobre la formación de hueso (orquiectomía u ovariectomía).
Los efectos de la radioterapia sobre las células formadas de hueso suelen ser transitorios. Sin embargo, el daño de los vasos sanguíneos puede disminuir el aporte de sangre al hueso y aumentar su fragilidad, como así también, su efecto sobre los ovarios, puede acelerar la pérdida de hueso por déficit hormonal.
En cuanto al tratamiento quimioterápico, tanto los fármacos que actúan sobre las células neoplásticas (citotóxicos), como las hormonas, y desde luego los glucocorticoides, pueden facilitar el desarrollo de una osteoporosis, ya sea por acción directa sobre el hueso o a tráves de la insuficiencia ovárica producida por el tratamiento. Por el contrario, el tratamiento complementario con algunos moduladores selectivos de los receptores estrogénicos (SERM), como el tamoxifeno o el toremifeno, ha demostrado que previene la pérdida de la masa ósea en mujeres postmenopáusicas con cáncer de mama.
Estudio densitométrico en pacientes oncológicas
En los pacientes con antecedentes tumorales debe realizarse una detallada historia clínica que preste una especial atención al tratamiento recibido y a las posibles consecuencias del mismo, especialmente sobre los ovarios.
Debe realizarse una densitometría ósea siempre que existan datos que sugieran déficit estrogénico, alteraciones en la absorción de calcio, cuando el propio tumor pueda contribuir al desarrollo de la osteoporosis (mieloma, leucemia linfoblástica) o drogas como: metrotrexato o ifosfamida. Lo recomendado sería realizar la densitometría ántes y durante el tratamiento oncológico. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones los pacientes acuden a la consulta muchos años después de haber finalizado el tratamiento antitumoral pudiendo presentar una afección en sus huesos.
Se debe insistir en las medidas generales: ejercicio físico, ingesta adecuada de calcio y vitamina D, corrección de los factores de riesgo. Se puede en estos casos recurrir a los bisfosfonatos, que se han utilizado con éxito para prevenir la pérdida de masa ósea en pacientes con cáncer de mama (clodronato y risedronato, pamidronato) y de próstata (pamidronato). Además, algunos de estos compuestos (pamidronato, zoledronato) parecen dificultar el desarrollo de las metástasis óseas. Los bisfosfonatos también serían los fármacos de primera elección en otras situaciones distintas de disminución de estrógenos. Los más utilizados hoy son el alendronato y el risedronato. Además, en las mujeres postmenopáusicas pueden utilizarse los moduladores selectivos de los receptores estrogénicos (tamoxifeno, toremifeno, raloxifeno), especialmente si han padecido un cáncer de mama.
Si bien la patología relevante en estos casos es la neoplasia, la osteoporosis es sin duda algo que subyace y puede prevenirse en pos de una mejor calidad de vida.